MÚSICA

Lo último del coronavirus

Música

Muere de coronavirus Ellis Marsalis, gigante del jazz y fundador de una dinastía

Actualizado

El padre de Wynton y Branford Marsalis firmó más de 20 discos y preservó la cultura del jazz de Nueva Orleáns.

Ellis Marsalis
Foto de archivo del jazzista Ellis Marsalis. AFP

Al Covid-19 no le gusta el jazz, como tampoco le gustó al huracán Katrina. Ellis Marsalis, patriarca de una de las familias jazzísticas con mayor pedigrí, sobrevivió al ciclón, como anteriormente había sobrevivido a otros torbellinos, digamos, más humanos, como el racismo.

Pianista, compositor y, en su última etapa, gran educador, está considerado como una de las figuras más relevantes de Nueva Orleáns, aunque hoy su apellido nos llegue amplificado por el quehacer más mediático de sus hijos: el icónico trompetista Wynton, el saxofonista Branford, el trombonista Delfeayo y el baterista Jason Marsalis. Hoy la gran familia del jazz suma a sus recientes lágrimas por el fallecimiento de Wallace Roney, las que nos llegan por la muerte de este gran patriarca jazzístico, a los 85 años de edad, también por culpa del coronavirus.

Superado principalmente por su hijo Wynton, poseedor de varios premios Grammy y un Pulitzer por su oratorio Blood don the fields (1997), Ellis Marsalis (Nueva Orleans, 1934-2020) llevó con orgullo el éxito de todos sus vástagos, y de hecho hoy, su hijo mayor, Branford, afirma en su web que fue un enorme músico, pero mejor padre.

En los últimos años desarrolló una intensa labor didáctica y pedagógica, pero también se dejó ver por nuestros festivales, como el de San Sebastián, donde hace cuatro años se le concedió su máxima distinción, el Donostiako Jazzaldia. El reconocimiento era del todo justo pues, aunque su nombre no llegó a ocupar grandes titulares, sí fue un músico maestro, un intérprete que supo guardar las esencias del jazz de mediada la década del siglo pasado, un superviviente de un estilo que hoy todavía sigue siendo necesario, pues el latido del bebop lo sigue golpeando casi todo.

En sus primeros contactos con la música estudió clarinete y saxofón, para después decantarse definitivamente por el piano. Hubo de zafarse con las actitudes racistas sureñas como buena parte de sus compañeros, pero siempre tuvo claro que el jazz iba a conducir su vida. Su actividad sobre los escenarios fue diluyéndose conforme el tiempo pasaba, nunca alejándose demasiado de las bulliciosas y coloristas calles de su ciudad natal, Nueva Orleans.

Tampoco lideró numerosas sesiones discográficas, registrando valiosos álbumes sobre todo durante las décadas de los años 80 y 90, hoy tesoros a recuperar para disfrutar de algunas de las mejores esencias de ese jazz de color ocre. Su pianismo rezumaba un blues cadencioso y deconstruido que para su época fue muy moderno y, a la postre, razón de que se le considerase un renovador a su manera de la escuela jazzística de Nueva Orleans

Entre los jazzistas de ley que acompañó figuran nombres definitivos como Nat y Cannonball Adderley, Von Freeman, Ornette Coleman, Eddie Harris o el baterista Ed Blackwell, con quien formó una poderosa banda en los años 60. Luego fue profesor y mentor, ahí es nada, de hoy jazzistas con nombre planetario como Nicholas Payton, Harry Connick Jr., Dionald Harrisson o Terence Blanchard, todos referentes contemporáneos de la escena de Nueva Orleans. Su último disco fue una premonición, otro piano solo titulado On the First Occasion (Elm Records, 2013), que hoy quien lo escucha suena a despedida.

Ellis Marsalis contempló la vida de manera pausada, como su música, prefiriendo las emociones a las etiquetas. Su legado hoy continúa más vivo que nunca entre la chiquillería de Nueva Orleans, pues es lo que tiene el jazz por derecho y de verdad, que nunca muere.

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más